Es sencillo darse cuenta de que el hombre es el principal responsable del cuidado y resguardo de estas maravillas.
Es cierto que a veces ocurren catástrofes naturales, como incendios forestales debido a la extrema sequedad del clima en determinadas regiones y épocas del año, pero aún así es obligación de los residentes y sus gobernantes, establecer medidas preventivas y coordinar estrategias para evitar esas situaciones o resolverlas, con la mayor celeridad posible.
La prevención y disponibilidad de tecnología dispuesta para tal fin, sobre todo en las zonas de alto riesgo ignífero, contribuiría, sin dudas, a reducir las pérdidas de ejemplares.
Otro objetivo fundamental es lograr un retroceso en la deforestación y degradación de los bosques: es muy impresionante ver con qué velocidad se tala un monte, que necesitó decenas de años para formarse.
Esta es la segunda vez que los bosques tienen su "año internacional", el anterior fue 1985.
Los que amamos a los árboles y les prestamos la debida atención, debiéramos convertirnos en agentes movilizadores de la conciencia de la población acerca de este tema.
¿Será porque siempre los vemos, porque siempre están allí, que no nos imaginamos qué sería del mundo si no existiesen?
Este es un buen momento para estar más atentos y participativos, para intervenir activamente en las comisiones barriales, regionales, provinciales o nacionales que se interesan por estos temas, para desaprobar la conversión de bosques a tierras agrícolas o de asentamientos humanos, evitando así el efecto invernadero, el calentamiento global, la desaparición del hábitat de miles de especies animales, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, entre otros terribles males.
Ayudemos a nuestros gigantes amados, en este, su año "especial", y siempre. Ojalá no sea sólo una postura político-social. El tiempo lo dirá.
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