jueves, 9 de enero de 2014

UNA FLOR...¡RIQUÍSIMA!


Nombres  vulgares: alcachofa, alcaucil, cardo de cultivo.
Nombre científico: Cynara scolymus
Familia: Compuestas o Asteráceas, al igual que plantas tan conocidas como las margaritas.
Origen: costas del mar Mediterráneo, sur de Europa y África del norte.

 La alcachofa es una planta perenne, vivaz, que en producción hortícola de regadío suele durar 2 ó 3 años. Prefiere los suelos franco-arenosos con añadido de materia orgánica y buen drenaje. No soporta las heladas.

Posee rizoma con raíces gruesas y yemas que brotan a lo largo del año. También puede reproducirse  mediante semillas  o por esquejes de ramas tiernas. El fruto es un aquenio grisáceo de forma oblonga y  las semillas conservan su poder germinativo por más de seis años.
Las hojas son grandes, vistosas, largas (0,90 a 1 m.), pubescentes, de color verde claro por encima, plateadas y vellosas  por el envés. Los nervios centrales están muy marcados y el limbo dividido en lóbulos laterales; son similares a las de los cardos (especie silvestre que fue su antecesora) pero con menos espinas.

 Las flores, de color azul violáceo, están agrupadas en capítulos que nos recuerdan a una flor única pero  en realidad constituyen una inflorescencia. Los capítulos están formados por una base donde se instalan las flores, llamado receptáculo, y un conjunto de brácteas que recuerdan a un cáliz y que constituyen el involucro.

El receptáculo floral del alcaucil es comestible, muy sabroso y tierno, llamado comúnmente “corazón”, y aporta a nuestra dieta agua, carbohidratos, fibra, vitaminas, proteínas y minerales.  El capítulo, de color verde,  adopta una forma entre oval y redondeada; se puede consumir hervido o al vapor, separando hoja por hoja,  que en realidad son brácteas modificadas, y retirando su parte tierna.

La alcachofa posee propiedades medicinales como hipoglucemiante; favorece el metabolismo de la urea y del colesterol.

El alcaucil es un placer para el paladar más exigente. Es importante destacar que su particular sabor, cuyo responsable es un  compuesto denominado cinarina, confiere al vino un gusto metálico que complica su maridaje, a la hora de elegirlo.

Pero el buen gourmet ha demostrado a través del tiempo que puede superar obstáculos, cuando de placeres gastronómicos se trata.

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